martes, 15 de julio de 2014

Lobos y corderos



Resulta que el trabajo en Last Space Dreams Inc, a pesar del nombre de la Compañía, no es precisamente ingeniería aeroespacial… el ordenador está conectado a un teléfono y va realizando llamadas de forma automática; una vez el incauto descuelga, en el monitor del ordenador aparecen sus datos que vaya usted a saber de dónde han salido y  un guión que debo seguir e ir seleccionando las respuestas que recibo para timarle, perdón, argumentar y convencerle de que toda la vida ha deseado poseer una parcela en Marte.

Por supuesto, que en LSD no lo llaman guión sino argumentario, ni timo sino oportunidad de inversión, tampoco convencemos a nadie, aconsejamos sobre un destino para sus ahorros: Marte, ni más ni menos.

Una llamada tipo podría ser algo así:

-        Fulano de tal, mi nombre es Erre – anglicismo chirriante que se empeñan en hacernos usar, olvidan que en castellano sí que existe el verbo “llamarse”, pero oiga, si a algún lumbreras de marketing se le ha ocurrido que “mi nombre es” suena más comercial, quién soy yo para contradecirle - le llamo de LSD. El motivo de mi llamada es informarle de que ha sido seleccionado para beneficiarse de una oferta comercial de nuestra Compañía.

-        ¿Siiiií?  ¿Qué me ha tocado? ¡Qué bien!

-        Sí, sí, muy bien, la verdad. – Tenemos que repetir de forma sistemática la última frase de nuestro interlocutor, a mí personalmente me crisparía que un loro repetidor invadiera mi salón vía telefónica, supongo que es otra ocurrencia de los Nobeles expertos en ventas – Estamos ofreciendo opciones inmobiliarias en Marte y usted, Sr. de Tal, ha sido seleccionado para disfrutar de un descuento en una nueva promoción marciana.

-        ¿En Marte?

-        ¿Me pregunta, Sr. de Tal, si la oferta para la que Usted ha sido seleccionado es en Marte? – Por cada frase que digo sin mencionar el nombre del “timable”, un ángel perderá sus alas, no me gustaría que eso cayera sobre mi conciencia.

-        Si.

-        Así es, Sr. de Tal, el calentamiento global ha hecho que la investigación en materia de colonización espacial avance vertiginosamente y a día de hoy LSD está en disposición de ofrecerle terrenos en la superficie de Marte.

-        Claro, claro, con la contaminación y tal…

-        Sí, Sr. de Tal, por la contaminación. Estamos avalados por Martian Development, Mapping and Assessment, S.A (en adelante MDMA), somos la única Compañía con certificación para este tipo de inversiones, Sr. de Tal, por lo que somos nosotros los que seleccionamos a nuestros futuros inversores, como entenderá la superficie de Marte es limitada, y no podemos lanzar ofertas públicas que provoquen un aluvión de solicitudes que nunca podrán llegar a materializarse en compra de propiedades, Sr. de Tal.

-        ¿De la NASA ha dicho?

-        ¿Me pregunta si MDMA es parte de la NASA? MDMA fue constituida por antiguos miembros directivos de la NASA…

Ploc, ploc… Sr. de Tal aguanta estoicamente la gota malaya, el operador de LSD manosea su nombre y repite su última frase hasta que, plantado ante el espejo convexo, Don  Fulano olvida cómo llegó allí.

Impresionante, a partir de ahí, el ingenuo del Sr. de Tal empieza a batir récords mundiales en candidez; sin embargo, su marca es efímera, en futuras llamadas, será pulverizada por el espíritu aventurero de otro inversor, el Sr. de Cual.

Relleno pantallas de mi primera llamada, dirección completa, código postal, DNI y datos bancarios ¡enhorabuena Don Fulano de Tal! y a por la próxima; seguido, sin respirar, sin tiempo para plantearme si estoy trabajando para una manada de lobos, si los clientes de LSD son Demasiado Humanos o simplemente corderos hartos de Soma.

Tecleo, hablo, tecleo y “oriento” rápido, a toda hostia; es fácil y es la única forma que se me ocurre de que el tiempo pase más deprisa: siete horas cuarenta y cinco, empiezo a recoger mis cosas y por primera vez en todo el día, Concepción, La Concha de mi jefa, asoma el hocico, sí, mucho mejor que la patita:


-        ¿Qué tal ha ido el primer día, Erre?

-        Bien, vamos, emmm, bueno, yo creo que bien.

-        Bueno, mañana hay que hacer más llamadas ¿eh?

-        Sí, claro, lo intentaré ¿cuántas he hecho? ¿muy pocas?

-        No tenemos los registros hasta la semana que viene, ¡no vayas de listo conmigo!

No importa cuántas haya hecho hoy, son insuficientes, agacha las orejas, Erre, mañana más.

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